ZIZI: LA VIDA SIN AVENTURAS NO VALE LA PENA

Zinaida Loginova, que los amigos llaman simplemente Zizi, es una de las personas más consideradas que viven en la realidad de La Ciudad Anónima. Da la sensación que no hay nada mas en ella que el mundo real, pero ella no vivirá asi el presente cercano. Como suele decir Zizi misma, en la vida pasada ella era, probablemente, un pastor alemán y de aquí el temperamento incontenible, la pasión en los nuevos estimulos y aventuras, la intrepidez, el riesgo y sus ganas de entrar en cualquier lance extrano. "La vida sin aventuras no vale la pena…" y "nos abriremos paso, muchachos", son algunas de sus expresiones mas queridas, que ella suele usar muy a menudo.

Alguien podría tomar a Zizi por una muchacha poco recomendable y encima las pocas veces que se presentaba en la escuela, era con los cabellos con todos los colores del arco iris, otra vez, como mera experiencia se había ido de casa montada en una motocicleta, un dia desaparecía y otro tambien, etcétera, etcétera… Con todas esas salidas solamente reflejaba parcialmente los rasgos de su persona. Zizi era rebelde sólo porque la energía le rebosaba, y no veía un objetivo claro en la vida. Sin embargo hacía poco en ella había habido un cambio que me asombré hasta yo misma, y ahora me era complicado saber que esperar de Zinaida Loginova cuando la tenía delante. En cualquier caso, su historia no estaba acabada, pero como sería después del cambio, no lo sabía nadie…

La inquieta Zizi es la heroína en muchas de las "Historias macabras", pero sólo en esos tres de los libros se cuentan unicamente sus aventuras, se comparten sus sueños y las esperanzas. Esto ocurre en «Los Espíritus del Abismo través del espejo», «El Talismán de la diosa de la oscuridad» y «El sello de la oscuridad». Las otras aventuras de Zizi es posible conocerlas en los libros: «Los Fantasmas nos rodean», «Teme a tu propia sombra», «En el Espejo: el camino de vuelta no existe».

Los Espíritus del Abismo a través del espejo

¡Habiendo salido junto con su primo Petya, acompañado de su amigo Sergey, a descansar en el mar, Zizi no podía parar de pensar como se las ingeniaria para enamorar al simpático muchacho, el era un poco extraño y se lo había encontrado casualmente en la parada del autobús… ¡Pero se había enamorado categórica e irrevocablemente! Andrei era guapo y de cabello largo, participaba en el teatro de aficionados, y sabía encima llamar a la lluvia del cielo con la fuerza de la mente, estaba clara la razón. ¿Cómo una muchacha no iba a perder la cabeza con eso?

Poca gente sabía que donde descansaba la ciudad, en lo mas profundo bajo la tierra, en las catacumbas, se elevaba un altar creado con calaveras humanas, dominado por la Violinista Azul, la sacerdotisa de la Parte a través del espejo que traía a las víctimas para sus dioses. Ni Andrei ni Zizi sabian de eso, no tenían naturalmente ni la más minima idea, he aquí que la abuela de Andrei, Marfa, estaba mejor informada sobre los misterios de la Parte a través del espejo y sabía que el peligro amenazaba a su desarreglado nieto. El muchacho fue marcado con la senal de la Violinista Azul, y esta maldición le daba unas capacidades insólitas, precisamente por eso él podía liberar las imágenes recluidas en los espejos.

La vida en la ciudad marítima bullía, había alrededor de ella unos acontecimientos siniestros e inexplicables, pero ninguno de los muchachos comprendía la esencia de lo que pasaba. Zizi había tenido ya algunos enfrentamientos, esperando durante algún tiempo a la siguiente maniobra se encontraba cara a cara con un zombi y con los dobles del espejo, y a pesar de todos esos horrores, continuó en una lucha furiosa por la supervivencia y por el amor sin saber con quién combatía. Y solamente la conversación de Zizi con Marfa aclaraba al fin la situación:

–Recuerda, Zinaida: el espejo es una ventana al mundo de los espíritus. Lleno de seres malos, crueles, poderoso y al mismo tiempo impotentes. Impotentes, si no les damos la fuerza. Los espíritus de la otra Parte de ellos, a través del espejo, viven a expensas de la energía de las personas que los miran. ¿Crees que muchos tendrían ganas de mirar con amor y arrebatamiento a esos monstruos? Tenían que atraer la atención sobre ellos, y entonces hace muchísimo tiempo los espíritus aprendieron a tomar el aspecto de aquellos que les gusta curiosear. Pintarse las pestañas, mirarse mucho en el espejo admirándose a sí mismos, y es en ese momento cuando con tus ojos miras al ser maligno que no pertenece a nuestro mundo. Te mira y te chupa la energía, en realidad, la vida.

Confieso, que un frio me había recorrido toda la espalda. Me acordaba, como muchas de mis horas giraban ante el espejo perfeccionando mis cincuenta ocho trenzas, como agarraba a ellas todo género de baratijas, y como me recreaba con todo tipo de gestos ridículos...

–Pero los espíritus de la Parte a través del espejo se cansaron de contentarse con esas pequeñas migajas, lo querían todo. ¡Querían escaparse, la libertad, chupar todas las almas, avasallar este mundo! – Marfa había callado. La pausa era larga, y cuando había decidido que el relato acabó, comenzaba a hablar de nuevo –. Sin intermediarios para ello no podían conseguirlo. Los espíritus necesitaban una transacción con las personas que desearan hallar una fuerza mágica y poder. Ahora lo llamarían una cooperación mutua y ventajosa. Se crearon así los Sacerdotes y las Sacerdotisas de la Parte a través del espejo, en realidad un híbrido original entre una persona y un espíritu del mal. El alma de este se trasladaba al soltarse, al reflejo, al otro mundo de atrás. Los sacerdotes desde aquel momento eran prácticamente inmortales y podían existir en cualquier envoltura humana. Si el cuerpo perecía, se escondían en la Parte a través del espejo. Allí solamente debían esperar para salir de nuevo a la libertad, sin ayuda exterior, no necesitaban ningún cuerpo. Pero entonces llegaba el turno de las personas, no eran normales, eran seres que fueran capaces solo con el esfuerzo de la voluntad de escindir el espejo. Esto no era un don, era una maldición que llegaba del mismo abismo, pero..

Y les esperaba delante un combate muy real. Zizi con honor resistía todas las pruebas,¿vencería? En toda su alma se deslizaban dudas. ¿Terminaría o no con la Violinista Azul? ¿Y si lo conseguía, escaparía de nuevo y lograría internarse en nuestro mundo a la primera posibilidad?

Solamente tras algunos años, recibiremos la respuesta a esta pregunta…

El talismán de la diosa de la oscuridad

¿Cuál es el precio que es necesario pagar para la realización de los deseos… Saben las personas que aspiran a este objetivo o que buscan su deleite, que deben donar para ese sueño? El talismán de Hécates, el objeto mágico que cumple los deseos secretos, al mismo tiempo transformaba al posesor en un monstruo que sirve a la diosa oscura. Era así siempre, y será asíhasta que llege el fin de los tiempos, y el talismán no desaparecerá en ningún caos primitivo.

Andrei quería volar. Por el milagro de volar en libertad él tendria que donar el cuerpo, y el alma. Pero, el precio de esa corta felicidad era más alto por lo visto que la vida misma, la de la muchacha más querida, la vida de la hermana, la vida del niño recién nacido y, sólo al final, la propia pérdida también.

¡ No habían pasado ni dos meses cuando Zizi había salvado a Andrei de la Violinista Azul, y él se las había ingeniado, de nuevo, para escogerla como su companera de la muerte en el camino! Pero esta vez Zizi había claudicado a una tentación desastrosa, habiendo entrado tras de Andrei en una secta de lunáticos que adoraban al Espíritu misterioso de la Luna y que sabían volar.

Las palabras melosas hechizaban, el vuelo libre daba la sensación de la felicidad, el amor reducía la mente, pero Zizi sabía con todo pararse a pensar. Había discernido detrás de la imagen radiante del Espíritu de la Luna, al gusano abyecto que robaba las vidas. Había demostrado de nuevo su fuerza, y lucharía por el derecho a la vida.

El sello de la oscuridad

A Zizi le parecía que habian pasado miles de años desde el tiempo de su encuentro con Andrei, tanto que el amor pasado había desaparecido, y daba la impresión que no volvería. Pero de repente, Zizi, tienen ganas de nuevo de ver al fabuloso y antiguo muchacho. Probablemente, aquello era la magia de la primavera que reducía la capacidad de pensar, que empujaba a los actos más hermosos y descabellados. Y el milagro había pasado, se encontraban en el jardín abandonado, donde pasearon una vez, y el amor los mareaba de nuevo en un torbellino de aromas y de pétalos en pleno renacer de la naturaleza… la Magia de la primavera. Todo era hermoso, y llevaba a la felicidad... Pero la felicidad no duraria, detras de ella había llegado el turno de los acontecimientos que aterran, que violaban el discurrir habitual de la vida. Una invitada del pasado, María Negra corrió a abrazar a Zizi y la dejaba sin emociones. Una desgracia terrible le había pasado a Sveta Akulinicheva, cada día se respira la sensación del final, y una voz ajena a todo sonaba cada vez más clara en la cabeza.

Zizi comprendía que se había encontrado con una fuerza inconcebible y oscura, pero no sabía cómo luchar contra ella. Y la vida pasaba impetuosamente, como la arena entre los dedos, los sentimientos se derretían, y había algo importante, una debilidad, una impotencia, una incertidumbre en ella, algo muy impropio en Zinaida Loginova. No sospechaba que llevaba en el alma una herida que no se cicatriza y tenía sus días contados, si no conseguía antes romper este enlace tan desastroso con el Abismo negro.

La ayuda había llegado de forma inesperada. La sacerdotisa Lara que nunca abandonaba el boscaje de roble, había llegado a Moscú y se llegaba hasta Zizi para decirle, como librar al mundo de un mal tan terrible, que despacio absorbía nuestra realidad y la de ella. Había contado a Zizi que debe ir al País Vasco, encontrar a los Custodios de la lengua de los nombres verdaderos que son los que podían salvarlos. Y Zizi se puso en camino, sin saber que allí, en la lejana orilla del golfo de Vizcaya encontrará el amor para toda su vida. Poniendose en camino, no sospechaba, lo fácil que era perder la felicidad, tanto como el reflejo de sol que se deslizaba entre las manos, y era posible hasta morir y regenerarse en unos instantes, habiendo comprendido la fuerza del amor verdadero.